jueves, 5 de julio de 2007

La Fiesta Olvidable

¿Qué es exactamente lo que hace que una fiesta sea realmente una fiesta y no una anti-fiesta? Para lograr descifrar el misterio que implica este interrogante, salí a analizar sesudamente cuanta fiesta y/o anti-fiesta se me ha cruzado. Aquí, para mis lectores, el resultado de mi investigación, una verdadera guía de lectura obligatoria para todos aquellos que quieran organizar un festejo que al menos, sea más divertido que un velorio.

¿Qué es una fiesta? Tenemos que empezar por definirla. Tiene que haber un mínimo de diez personas en un espacio físico donde entren veinte. Esto casi se podría definir como una fiesta pedorra, ya que sobra espacio y da la sensación de vacío, pero puede entrar en la categoría perfectamente bien. Cinco personas tomando birra en un sofá y escuchando música, definitivamente no es una fiesta.

Otro punto a tener en cuenta, es que si la fiesta es exitosa, debe durar toda la noche. Es mas, hay que echar de alguna manera a los últimos que se quedan. Bajo ningún punto de vista la gente debe venir de otro evento y caerte a las tres de la mañana o al revés, llegar a las once cuando no pasa nada y retirarse a las dos, cuando recién la noche va tomando color.

Cuando se invita gente, la división de sexos tiene que ser lo más pareja posible, preferentemente con una ligera mayoría de mujeres. Hay que evitar una afluencia muy grande de parejas consolidadas, ya que eso atenta contra la integración. La gran mayoría de las personas deben ir SOLAS. En grupo de amigos, pero SOLAS. La combinación de alcohol y receptividad al levante mejora el ambiente.

Ahora bien, tenemos la fiesta, pero reconozcamos que el resultado depende en un 90% de los invitados. Este punto es crucial ya que ningún esfuerzo organizativo puede levantar el muerto que te deja una mayoría de asistentes que bien podríamos definir como "anti-invitados".

Ninguna fiesta estará exenta de anti-invitados, pero está en la habilidad del anfitrión saber balancear el material humano. Uno sabe perfectamente bien la cantidad mínima que se hará presente, así que deberá asegurarse la asistencia de dos o tres invitados por cada uno de ellos. Esto permitirá que los anti-invitados se agrupen con el correr de la noche pero pasen desapercibidos, de manera tal que la fiesta mantenga el nivel deseado. Existe el componente azaroso, que proviene de las invitaciones abiertas, donde cada invitado trae otra gente. Esto aumenta exponencialmente el número de asistentes, lo cuál es beneficioso, pero aumenta el riesgo de desbalanceo de invitados y anti-invitados.

Anti-invitados: cómo reconocerlos
Se lo puede reconocer fácilmente en cualquier fiesta y cada sexo tiene sus características. Lo que a un hombre lo puede convertir en anti-invitado, a una mujer la puede convertir en una invitada de lujo. Así que hay que ser cuidadoso en las apreciaciones para no caer en errores de concepto.

Hay anti-invitadas que suelen tener una actitud irritante frente al alcohol, sobre todo cuando están en grupo. Para este tipo de chicas, tomar una bebida blanca es como sentirse Indiana Jones. Una de ellas acepta el trago con un temor que le desborda en la mirada. Pero están las amigas, ella tiene que demostrar que dentro de ese grupo de anti-invitadas es la más grossa. Acerca el trago a la cara y atina a olerlo... ¡si, a olerlo! ¿qué sentido tiene oler una caipirinha, eh? Luego junta todo el coraje que le es posible y procede a beber un sorbo de aproximadamente un centímetro cúbico, como si se tratara de diarrea. Traga dificultosamente, mira a sus amigas -que ya para este momento la observan como a un caudillo- y echa una carcajada nerviosa. Todas ríen. La menos boluda del grupo les dio una anécdota para todo el mes. Conclusión: les va el humor naif, pero de sexo ni hablar.

Otro tipo de anti-invitada, es la desganada. No tiene ganas de hablar con nadie, baila con cara de ojete y parece que realmente la está pasando muy mal. Se junta en un sector con sus amigas a bailotear y hacen una formación que hace recordar a un scrawn de Los Pumas. El objetivo es que ningún macho ajeno al círculo se arrime y ose intercambiar palabras con ellas. Si alguno logra pasar la valla defensiva y encara a una del grupo, es ignorado como si fuera un holograma. Cuando se cansa, se para apoyando la espalda contra la pared, eventualmente cruza los brazos y pone cara de estar pasándola peor que nunca. Cuando alguno la ve aburrida y cree que es la gran oportunidad de encarar, contesta con fastidio. Estas chicas tienen la percepción de que te hacen un enorme favor yendo a la fiesta, cuando en la práctica es todo lo contrario. Conclusión: al detectarlas, ignórenlas. No sirven para nada.

Así como el alcohol propicia el clima de fiesta, también hace salir de la oscuridad al anti-invitado desubicado. Es ése que con un vaso de mas desparrama improperios hacia el sexo opuesto creyéndose el sucesor de Jorge Corona, pero los demás lo ven con horror. Su cultura alcohólica es deplorable, bebe y mezcla cuanto le pongan adelante para embeodarse lo más rápido posible. Con sus ojos entrecerrados y su dicción patinosa, habla a los gritos gesticulando exageradamente y plantea situaciones pretendidamente ingeniosas que provocan el rechazo en todas las personas que caen en la desgracia de ser sus elegidas. Con el correr de la noche, posiblemente se babee y empiece a escupir al hablar. Al final, inutilizará el baño con un vómito espantoso y/o quedará tirado en algún rincón ofreciendo un espectáculo digno de lástima. Esta clase de estúpido, suele sentirse como un galán de barrio, lo cuál le da coraje para encarar a la anti-invitada desganada, con humillante resultado. Probablemente haya algún cruce de declaraciones como "a vos te hace falta una buena pija" o "salí de acá, sos un pajero". Conclusión: no invites a mas de uno. Si hay más de cuarenta personas, podés invitar a dos.

Aquí es donde se da la paradoja de los sexos, porque hay una variante del anti-invitado desubicado, que es el desbocado sexual. Se quiere transar a todas, las agarra cuando baila, las franelea y les propone al oído sexo en el baño. Es el tipo que está toda la noche al borde de terminar a los sopapos con el novio o amigo de alguna de sus candidatas y convertir a lo que era una noche de jolgorio en una pelea de cantina western. Sin embargo, esta actitud de desinhibición alcohólica en una mujer, está perfecta. Jamás sería considerada una anti-invitada.

Como expliqué varios párrafos atrás, hay que evitar tener en la fiesta mucha cantidad de matrimonios o parejas de varios años de convivencia. Si esta gente era algo aburrida en su soltería, lo será mucho mas en pareja. Es un efecto del matrimonio. Podemos ver a esta clase de anti-invitados siempre juntos, sólo se separan para ir al baño. Él vigila que nadie se la quiera levantar y ella vigila que él no se quiera levantar a nadie. Bailan entre ellos y mantienen una moderación absoluta. Son los que no pueden aguantar mas allá de las tres de la mañana.

En esta clase de anti-invitados, puede darse el caso de que el macho de la pareja añore repentinamente su soltería y se pase de tragos con nefasto resultado... ¡esta es su noche de joda!. Al igual que el anti-invitado desubicado, se querrá empachar de diversión bebiendo cualquier cosa atolondrádamente, quedando mal parado al terminar el segundo vaso. Cuando el espectáculo se torne insoportable, ella lo cargará al hombro y lo sacará de la fiesta completamente avergonzada. Al otro día, lo abandona.

Claras señales de anti-fiesta
Supongamos que hay una barra improvisada, alguien hace tragos... tradicionales, nada del otro mundo. En una fiesta hecha y derecha siempre hay gente cerca para manotear el trago que salga. Siempre alguien está mosconeando alrededor y se asoma a preguntar "¿qué estás haciendo ahora?". En una anti-fiesta, estará cerca de la barra alguien que se encargue de repartir la bebida y el resto de los invitados mirará para ese sector con temor. Cuando la persona devenida en asistente del barman reparta los tragos, ¡le va a costar colocarlos!. La gente contesta algo así como "¿qué es? Ah, no, gracias". El trago, que gustosamente pagarían en un boliche diez o doce mangos, queda olvidado en algún rincón. Si alguien sale a repartir tragos y regresa sin haber podido colocar todos, es una señal clarísima que se trata de una anti-fiesta.

Otra señal inequívoca la podemos encontrar si observamos la puerta del baño. Difílcilmente haya mas de dos... para mas de treinta personas. Si vas al baño y no tenés que esperar para entrar, es una clara anti-fiesta. En una fiesta, no hay baño que alcance para desagotar todas las vejigas asistentes.

Conclusiones Finales
Como verán, el éxito de una fiesta puede pender de un hilo y el fracaso de la misma teniendo en cuenta los costos, no causa ni la menor gracia. Antes de gastar una fortuna en una fiesta, enfiestate vos con dos trolas. ¡Eso nunca falla!.

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